Quiebra bajo el Capítulo 13

Elimina o reduce sustancialmente sus deudas, protege su codeudor, casa y el auto, paraliza las llamadas de los cobradores y las demandas de cobro de dinero o ejecución de hipoteca.

Bajo el Capítulo 13 de la Ley de quiebras se permite hacer un plan de pagos, conforme a sus ingresos, que le permita proteger a sus codeudores, incluir atrasos en el pago de pensiones alimentarias, en hipotecas y en los autos, o en los equipos de negocio que haya sido adquirido bajo venta condicional.

jueves, 1 de agosto de 2013

El próximo año fiscal | Sin Comillas | Negocios en Puerto Rico


El próximo año fiscal

Por Elías R. Gutiérrez*

¿Qué puede esperarse de la economía de Puerto Rico para el próximo año? La contestación sintética a la pregunta retórica formulada anteriormente es "contracción".

La economía de Puerto Rico sufre de estancamiento. La plataforma de producción ha menguado en tamaño y efectividad. La demanda agregada ha sido mantenida por transferencias y otros gastos del gobierno. El sector de gobierno ha crecido a coste del privado. Los síntomas de que la economía informal ha crecido relativa y absolutamente son evidentes.

La economía se ha contraído en cerca de un 15% durante la crisis que comenzó a manifestarse en 2006. En junio del 2013 el Índice de Actividad Económica publicado por el Banco Gubernamental de Fomento registró una baja de 4.5%. Esa baja es consistente con un ritmo anual de contracción en el Producto Bruto real de aproximadamente 3.3%. La contracción que perdura ha producido una reducción en la demanda por trabajo. La fuerza laboral se ha contraído. Las familias han optado por la emigración en busca de trabajo, servicios y una mejor calidad de vida. Como resultado, la Isla ha perdido población residente. Los estimados más recientes producidos por el Negociado del Censo apuntan a una reducción de un 2.2% en población.

La clase media ha visto cómo el valor de sus activos reales y financieros han desvalorado. Uno de los resultado de esa devaluación es la pérdida de liquidez de las viviendas. Se estima que el precio de mercado de las viviendas se ha reducido en 40% desde que comenzó la recesión en el 2006. Los activos financieros han sufrido reducciones muy significativas también. En el caso de estos activos resulta más difícil estar de acuerdo con una cifra. No obstante, la reducción en el valor de las acciones de instituciones financieras locales ha sido profunda.

Los sectores de la construcción, manufactura y financiación han perdido miles de puestos de trabajo. De hecho, el ingreso de las familias se desvincula cada vez más de la actividad de los sectores productivos. En su lugar, son las transferencias y los gastos de nómina del gobierno los que mantienen la capacidad de consumo de más de la mitad de la población residente.

Además de la pérdida de fuerza laboral y población residente, la demografía de Puerto Rico se ha transformado. La población ha envejecido a un ritmo dramático. Ahora bien, el efecto combinado de la emigración y elevación de la expectativa de vida tiene un resultado perverso. La población residente se constituye cada vez más de personas empobrecidas y dependientes con escasa capacidad para contribuir a la producción y a los procesos que añaden valor a la economía global.

Las tendencias que han prevalecido por décadas y configuran la economía y la sociedad puertorriqueña auguran un futuro inquietante. Las características de la estructura que ha emergido tiene que formar parte de los planes de las empresas puesto que de ellas dependerá el potencial de los distintos mercados.

La crónica utilización del gasto deficitario y la renuencia a mantener al sector público dentro de los límites impuestos por los recursos recurrentes disponibles han agotado las capacidades del estado para compensar por un sector privado en contracción.

La situación ha hecho crisis. Las limitaciones financieras, la insolvencia del sistema de pensiones y la decisión de incrementar el nivel de gastos corrientes del gobierno central han forzado una sustancial elevación de impuestos.

De la forma en que se han estructurado y programado los nuevos impuestos, es muy probable que el efecto se comience a sentir con fuerza a partir de enero del 2014. Ello hará inevitable, a partir de ese momento, un período de contracción en la demanda agregada. Es decir, no solo la oferta agregada (la producción) sino la demanda agregada sufrirán contracción.

En los próximos años, una porción muy significativa de los ingresos se tendrá que dedicar al servicio de la deuda. Ese flujo de recursos que escapan de la economía se le añade al que produce la dependencia en petróleo importado y a la repatriación de la porción no salarial del valor que añade la manufactura, para generar una importante sangría de recursos.

El único aspecto que se ha mantenido estable es la inflación. A esto han contribuido dos fuerzas: la deflación en el valor de activos reales y financieros; y la prolongada recesión o escaso crecimiento que aún prevalece en la Unión Europea y los EEUU. No obstante, dos factores apuntan a que habrá un cambio en el 2014: el banco central de los EEUU, la Reserva Federal, está dando señales de que pronto comenzará a reducir su política de interés a nivel cero; los impuestos recién promulgados comenzarán a traducirse en aumentos en los precios.

Tómese en cuenta el siguiente conjunto de hechos:

1. El número de familias residentes se ha estancado. La formación de hogares se verá arrestada y probablemente está ya reduciéndose. La emigración se refleja dramáticamente en la desaparición de 100,000 estudiantes de las escuelas públicas durante los últimos 7 años;

2. La capacidad del sector público para mantener niveles mínimos de ingresos se ha reducido dramáticamente. Los cambios ocurridos, y los que están en turno, en los sistemas de pensiones del gobierno, redundarán en una reducción significativa en la capacidad adquisitiva de las familias de jubilados;

3. El sector público, respondiendo a la presión política y a la dinámica de auto-preservación de su burocracia, extraerá aun más recursos a la clase media para mantener el gasto corriente y la escala de intervención ya alcanzada;

4. A la luz de la situación resumida arriba, no hay en el horizonte nada que permita anticipar aumentos compensatorios por el lado de programas federales. Una repetición del estímulo que resultó en más de $7,000 millones en transferencias federales adicionales durante los pasados 3 años no es ahora políticamente viable;

5. Los programas de estímulo a la inversión serán cada vez más costosos y escasos;

6. El financiamiento de la obra pública será más costoso y difícil de armar;

7. La manufactura, que desde el 1993 ha perdido 95,000 empleados directos, continuará encogiendo su capacidad para sostener puestos de trabajo directos e indirectos. El proceso de contracción de la industria farmacéutica está a punto de recibir un gran impacto. Se trata de la caducidad concurrente de varias patentes. Ello provocará la posible reubicación de operaciones;

8. Los mercados no se expandirán y la competencia por cada porción adquirirá un alto grado de intensidad;

9. El comportamiento lógico esperado de las familias incluirá una restricción importante de gastos discrecionales;

10. Los sectores comerciales que operan por vía de grandes volúmenes y pequeños márgenes experimentarán dificultad para mantener su rentabilidad;

11. El mercado de la vivienda continuará su contracción y las industrias que dependen del mismo, como la construcción, la financiación hipotecaria y la venta de enseres domésticos sufrirá la repercusión inevitable;

12. La composición del gasto familiar se ajustará a la nueva realidad y a las expectativas que se vayan formando. La demanda agregada continuará girando hacia las necesidades de una población envejecida y empobrecida.

El peligro que se cierne sobre la economía de Puerto Rico consiste en la incertidumbre concerniente a la capacidad fiscal del gobierno para sostener sus niveles de funcionamiento. Si no se producen los recaudos anticipados por el Departamento de Hacienda como resultado de los nuevos impuestos, se hará más probable una degradación de la calificación de riesgo de la deuda pública. Una serie de eventos negativos se precipitarían como secuela. Todos harían más intenso el estancamiento macroeconómico y la lucha por tajadas de mercados que no crecen.

La demografía es capaz de ejercer una fuerza incontenible. Todos los mercados están bajo su influencia. Las causas y los efectos se entrelazan y confunden de tal forma que no se puede estar seguro de cuál es cuál. Los gustos y preferencias, así como la capacidad para hacer efectiva la demanda, dependen en gran medida de la población y de la composición de esa población.

En resumen, el 2014 se presenta como un año de gran dificultad para la economía de Puerto Rico. La convergencia de megatendencias demográficas con la fragilidad fiscal, el debilitamiento producido por una década de estancamiento disfrazado, la pérdida de activos reales, financieros y humanos, no propiciarán la expansión necesaria. Por el contrario, las condiciones prevalecientes serán de intensa competencia por tajadas de mercado bajo condiciones de contracción.

* El autor es economista y planificador

http://sincomillas.com/el-proximo-ano-fiscal/

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